sábado, 11 de marzo de 2006

Silencio Radio....


Bueno, esto es un cachondeo. Yo me vine a la banquisa polar a estar tranquilo. A recorrer los hielos en silencio y a aislarme un poco del entorno. Y sin embargo sucede que con esto de la tecnologia, ver no veo a nadie. Pero lo que se dice saber, se de todo el mundo. Un poco frustrante, pero no negare que me encanta mantener contacto con algunas personas muy especiales. No se que haria sin ellas.

Hoy me he quedado, no obstante, mirando la radio. Sonaba mi indicativo y no he querido responder. Supuse que si era una cuestion de vida o muerte volverian a llamar. Obviamente no lo hicieron, de lo que se deducen dos cosas: me estoy volviendo de un retorcido insoportable, y la gente no parece necesitarme para seguir respirando o que el asunto no era de vida o muerte. Lo de retorcido no me sorprende, pero ¡Lo segundo! Nada, no soy ni un poquito imprescindible Menos mal que hoy voy a sobrevivir a ello porque, gracias a mis terribles conocimientos nauticos que tan lejos me han llevado, mi nombre ha aparecido, negro sobre blanco, en el capitulo de agradecimientos de un libro. Un dia voy a tener que escribir el mio. En cuanto se me ocurra algo o me ocurra algo. Digno, claro.

¿Hasta que punto nos debemos a los demas? Incluso a los que queremos. ¿Debemos saltar inmediatamente a sus necesidades? ¿Saltar a su presencia o permanencia? Antes creia que si, ahora no estoy seguro. Deseo y espero que cualquier persona allegada (o simplemente necesitada) me plantee esas necesidades francamente, sin ambajes ni rodeos. Pero mi entusiasmo se ha templado con muchas tomaduras de pelo, y aunque estoy bien dispuesto a echar una mano a quien lo necesite, espero que se me pida primero para poder decir que si. Aun recuerdo como la voz que cantaba mi indicativo esta tarde por la radio me metio en una encerrona para que la acompañara a cenar con su ex. Lo habria hecho encantado, pero me temo que fue el verme alli sin previo aviso o previa consulta que me sento regular, tirando a pesimamente mal. Una pena, porque era persona de mi completa confianza, y por ello me dolio mas. Ella no necesitaba "encerronas" para tomar mi ayuda. Pero bueno, supongo que como siempre entratandose de asuntos del corazon estoy herrado (como buen burro que soy) y habre hecho incapie en el mas funesto de los factores. Habre sido injusto y tal... Pero ahora la radio suena con mi indicativo y yo lo oigo desde fuera, mientras doy de comer a los perros y preparo una excursion para mañana... Para que si vienen a visitarme encuentren la Estacion Polar Zebra vacia.

Ah, delicada tristeza... Me das tus buenos dias otra vez con los reflejos de la aurora...




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