sábado, 19 de marzo de 2011

Lejos, muy lejos de los hombres....

El mundo arde. Desde las arenas del desierto de Libia, con los nombres que evocan viejas campañas guerreras, con ratas del desierto y zorros del desierto... Desde las playas de Bahreim.... Hasta las destruidas aldeas japonesas, que vuelven, como otrora, a brillar en la oscuridad... El mundo arde y tenemos el corazon en un puño.

Pero lejos, muy lejos de los hombres, anoche entro en orbita sobre Mercurio la nave espacial Messenger. Con ese nombre, casi que espero que me salga una ventanita en pantalla con un emoticono cursi diciendo "Hola, ¿estas ahi?". Pero lo unico que manda son unos y ceros. Y desde el infierno de las orbitas cercanas al sol, apunta su antena hacia nosotros y nos susurra historias de otros mundos. De paisajes desolados y hermosos. De radiaciones tan poderosas que habria que ponerse moreno con un factor mil cuatrocientos. Del terrible "terminador" entre la cara en sombra y la cara al sol. Con diferencias de cientos de grados en apenas unos metros.

   Y desde alli apunta su antena la messenger. Para enviar sus unos y sus ceros a un pequeño punto azul palido. Para que no nos desesperemos. Para que sepamos lo que tenemos esperanza porque no todo es negativo.  Aun durante el ataque de godzilla contra japon, con los cadaveres repartidos por las plazas de medio Islam. Aun en todo eso, podemos escuchar los unos y los ceros que nos llegan de otros mundos.

   Por un lado, somos vulnerables. Basta un pequeño error nuestro y un gran cabreo de la naturaleza. Ademas somos unas bestias que no llegamos ni a comportarnos como lobos con nosotros mismos.

   Pero nuestros dedos fabrican hilos que llegan a lo mas intimo del cosmos. Y cuando somos buenos, somos realmente buenos. Y si hay que ayudar, se ayuda. Y en lo mas negro de la noche negra, esos mismos dedos dan consuelo y dan ayuda. Asi que desde las ruinas de Japon hasta la orbita de Mercurio, hoy me siento humano.

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